Estamos
genéticamente programados para vivir un máximo de 120 años. Pero el
biogerontólogo Aubrey de Grey desafía el límite: según él, podríamos cumplir 500 con
salud.. De Grey está convencido de que existen siete retos científicos para
alcanzar la vida cuasieterna. Siete tecnologías y terapias médicas aún por
desarrollarse, incluyendo la cura contra el cáncer y la manipulación de las
células a nivel molecular y genético. Pero dice, que tres de las soluciones ya
están en fase de ensayos clínicos. Una es el trasplante de células madre –o
stem cells– en zonas cerebrales que necesitan que se produzca la mermada dopamina,
para combatir los síntomas del Parkinson. También se inyectan ya células madre
con el fin de regenerar el músculo cardíaco. Y contra el endurecimiento de las
arterias, es posible “diseñar medicinas que rompan esos enlaces químicos sin
efectos secundarios”.
De
todos los problemas, el más complicado de resolver atañe a las mutaciones en
los cromosomas, las estructuras con forma de lazo en que se organiza el ADN.
Dicho de otro modo, la curación del cáncer. “El cáncer puede matarnos si una
célula sufre las mutaciones equivocadas. La técnica que estamos desarrollando
en SENS para combatirlo se llama Whole-body Interdiction of Lengthening of
Telomeres (WILT) –impedir el alargamiento de los telómeros–. La idea central de
nuestra estrategia parte de que las células cancerosas poseen el don de la
inmortalidad. Si pudiéramos arrebatárselo, sin importarnos las mutaciones que
les confiere tal virtud, no moriríamos de cáncer. Y la forma de lograrlo es
evitar que amplíen los telómeros”.
¿Pero
qué son los telómeros? ¿Por qué son tan importantes para conservar la juventud?
De Grey se enfrenta a un doble reto. Por un lado, debe evitar que las células
malignas conserven intactos sus telómeros, y por el otro, ha de estimular su
reparación en las células sanas de órganos y tejidos, como la sangre, la piel y
el estómago. Estos y otros lugares albergan stem cells que proliferan para
reponer las bajas que ocurren.
Lo
más deseable sería que nuestras células contaran con telómeros kilométricos,
que nos alargarían la vida y alejarían el fantasma de los achaques seniles,
incluyendo los problemas cardiovasculares. Con esto quedaría resuelta una parte
de la ecuación. Pero queda la otra: acortar los telómeros de las células
cancerosas para que mueran antes de que constituyan un tumor. En el centro de
este laberinto está la telomerasa, la enzima responsable de añadir letras a los
telómeros erosionados.
para leer el artículo completo, pincha aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario